miércoles, 18 de noviembre de 2009

Las promesas de Papá.

y asi fué. está fotografía que ronda mi mente.sentados los dos, en las escaleritas que daban a la entrada del pallier de casa. En ese mármol viejo y desgastado color blanco resaltaban mis zapatitos de ballet de punta color negros. se dibujaba la sombra. su sombra, esa sombra tan protagónica...en la tierra húmeda gracias a las tormentas del verano. Los rayos del sol escondidos entre las nubes grises y opacas , algunos traviesos escapaban y nos daban su últimos brillos de luz de atardecer.El me acariciaba el pelo. Suavemente, mezclaba cada uno de mis cabellos como si fuera un peine.Vestía un traje gris y sombrero, y olía a una fragancia tan extraordinaria que de mi se apoderaba.La elegancia lo distinguía.Mirábamos las nubes, oíamos los pájaros que buscaban refugio, y olíamos a el perfume de los jazmines húmedos. el silencio nos devoro las palabras por un momento. yo notaba en él una gran sensación de vació y nostalgia. Era como si escondiese algo, pero ante tanta rigidez, era imposible que de pistas de aquel sentimiento.yo me apoyé en sus rodillas, veía todo al revés ahora él acariciaba mis cachetes por última vez.se le escaparon unas lágrimas, caían al piso blanco. Yo con mis dedos las aplastaba , hasta que se iban borrando, hasta desaparecer.
Tenía miedo, Me prometió un caballito de madera, para que juguemos tardes enteras en el jardín. Me prometio quererme para siempre también.
dejó lentamente de acariciarme , sentía que cada uno de sus dedos iban tornándose más intensos
que lentamente iban alejándose.
hasta que percibí su ultimo dedo que rozo con tanta amargurapor mi rostro.
Él se levantó, acomodo su traje. y me alzó. Me Abrazo tan dulce, que yo deseaba por dentro que fuera infinito, que nuncá se acabé. fueron unos dos minutos de amor, de puro amor de padre a hija.volvió a regresarme a los escalones de mármol y apoyó sus labios entre mi frente, y ese beso que
se disolvió en mi piel.despaciosamente, fue alejándose ahora solo veía su espalda..., se subió a su auto...queera tan sofisticado como él, y el El ruido del motor, era indicio de aquel adios.y ahí quedé, sentadita mirandolo con tanta tristeza , y se alejaba…cada vez más y
más hasta..que se esfumó.
Nunca mas regreso, nunca más supe de el , ni del caballito de madera ni, ninguna de sus promesas
Se convirtieron en verdad…

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